En su más reciente editorial, El Periódico de Panamá recuerda que la República nació con un puñal en su garganta que se traducía en un perverso e indignante enclave colonial y el usufructo de Washington de uno de su más importantes recursos: la posición de tránsito entre dos mares.
El informe destaca además la conciencia madurada por la historia y la necesidad de zafarse y erradicar ese enclave, expulsar a las tropas norteamericanas y ocupar la vía interoceánica.
El objetivo estratégico, agrega, recuperar la soberanía, manifiesta en la voluntad de aquellos estudiantes del Instituto Nacional cuando marcharon hacia el colegio de Balboa a exigir que al lado de la bandera de los Estados Unidos ondeara también la de Panamá, y luego fueron víctima de una cruel y sangrienta represión.
“Morir por la patria no tiene precio; es un honor hacerlo. Y en aquellos días de enero de 1964, (9, 10, 11 y 12) así lo hicimos. Enfrentamos al ejército más poderoso del mundo”, se subraya en ese texto.
El rotativo indica que a partir de aquellos aciagos días, la historia del istmo más nunca fue la misma. Sembraron la semilla para la ruptura de esa condición de República enajenada.
Los jóvenes estudiantes y el pueblo panameño, bajo la conducción del General Omar Torrijos, lograron erradicar el enclave y recuperar el Canal, al firmar los Tratados de 1977, indica.
“Aquella frase, Panamá un solo territorio y una sola bandera, fue un hecho”, enfatiza el editorial.
En conmemoración a la fecha y al ejemplo de los jóvenes patriotas, diversas organizaciones sindicales, sociales y ambientalistas se manifestarán mañana martes en las puertas de la empresa Minera Panamá, filial de la trasnacional canadiense First Quantum.
Los activistas exigirán el cierre real de las operaciones de extracción de cobre en la localidad de Donoso (Colón), luego que la Corte Suprema de Justicia declarara inconstitucional el contrato suscrito en 48 horas con el Estado, en franca violación de la legalidad.
La vigencia de la lucha de los protagonistas del 9 de enero de 1964, según analistas, encuentra nueva expresión en la crisis de gobernabilidad en que se encuentra Panamá a cuatro meses de elecciones generales, tal como lo demostraron las protestas populares y el estallido social de octubre y noviembre de 2023 en contra del contrato minero.
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