La localidad, situada entre las montañas nevadas del Cáucaso, y considerada la cuna de la cultura azerí, vive un momento histórico, los pobladores vienen por primera vez a las urnas para decidir quién dirigirá los destinos de Azerbaiyán los próximos siete años.
La masividad en las urnas de personas que aún llevan en sus rostros las huellas del prolongado conflicto armado entre Armenia y Azerbaiyán, es un claro apoyo a la iniciativa democrática de las autoridades azerbaiyanas de incorporar a los comicios a los pobladores de las regiones recientemente liberadas.
Muchos de ellos trabajan precisamente en la limpieza de estas tierras aún infectadas de minas, o en la construcción de las nuevas ciudades, que emergen con la belleza de la modernidad entre las ruinas de las bombas y los proyectiles.
A la pregunta de este corresponsal, de por qué estaban hoy aquí, se repitió la misma respuesta de apoyo y agradecimiento al actual presidente y candidato a la nueva magistratura, Ilham Aliyev.
Pero fue también repetida la insistencia de que era estrictamente la opinión personal que cada quien, y un derecho que expresarían con su voto directo y secreto en las cabinas de los centros electorales.
Restaurar las heridas de la guerra, las de la destrucción y la condición de parias en su propia tierra, llevará aún algún tiempo y grandes esfuerzos del gobierno azerbaiyano y los pobladores aquí.
Pero el ejemplo que dan hoy al mundo Shusha, Fisuli, Khankendi, Lachin y otros poblados de Karabaj, auguran un futuro inmediato de paz y prosperidad para este punto por tantos años candente de la geopolítica mundial.
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