Tras el anuncio de la entrevista del periodista norteamericano y exestrella de análisis políticos en Fox News al mandatario ruso, desde Bruselas, Washington y otras capitales occidentales llegaron amenazas lo más parecidas a épocas de inquisición o macartismo.
Atrás, sepultada donde muchas veces lo niegan en la Casa Blanca o en el mismo Parlamento Europeo, quedó la sacrosanta defensa de la libertad de expresión. Ella pareciera existir en el mundo con un gran paréntesis, es decir, se aplica si responde a los intereses de Occidente.
Rusia en su momento debió sufrir el cierre de estudios o corresponsalías de la cadena de televisión Russia Today (RT), tanto en inglés, como en francés, y en algunos casos enfrentó intentos con su variante en español, solo por presentar las versiones de Moscú.
En una época donde personas como el australiano Julian Assange, fundador de Wikileaks es amenazado con condenas de cadena perpetua o peores en Estados Unidos, pese a no ser ciudadano de ese país, por revelar secretos, la libertad de expresión queda totalmente pisoteada.
Pero el peligro de que Assange sea extraditado desde el Reino Unido a suelo norteamericano, crece y esa posibilidad se hace cada vez más real, cuando el mundo observa como las potencias occidentales crean su propia cortina de hierro sobre la verdad de conflictos en el orbe.
En el afán de cerrar filas en el mundo, una tarea bien difícil hasta ahora, se combate a cualquier fuente de opinión contraria a la protegida por el mainstream de Occidente: Rusia es el gran agresor y genocida del pueblo ucraniano, fuera de eso todo es considerado propaganda.
Ahí se podría encontrar una de las explicaciones de declaraciones ofensivas ofrecidas por la excandidata presidencial Hillary Clinton, que tildó a Carlson de “estúpido útil” para Rusia y pedidos de eurodiputados de prohibir viajes de ese periodista a Europa, entre otras medidas.
Esta claro que, pese a tratarse de un publicista de derecha, el solo hecho de anunciar una entrevista con Putin casi lo convirtió en un alma letal en contra de la densa nube de silencio que rodea al público de las capitales occidentales al abordar el conflicto ucraniano.
Con más de 60 millones de visitas a la cuenta en X de TCN, el canal del periodista estadounidense, las alarmas se dispararon y crecieron aún más al escuchar las cerca de 60 preguntas y sus respuestas durante la entrevista que llamó la atención a más de 100 millones de personas.
Quien es capaz de poner en riesgo la opinión distribuida a diario por los grandes medios de difusión en Estados Unidos, Europa, Canadá o Japón, lo más probable es que se convierta en profanador del sistema de información establecido desde allí para el resto del mundo.
Sin embargo, dada su repercusión, decenas de medios de prensa occidentales, incluidos algunos muy importantes en Reino Unido, Alemania o Estados Unidos, debieron reproducir fragmentos del diálogo en forma de preguntas de más de dos horas en Moscú.
La entrevista de Putin deja abierta la posibilidad de negociaciones de paz con Kiev, de terminar el conflicto pronto si Occidente deja de suministrar armas a Ucrania y demuestra que Moscú no tiene intención de atacar a nadie en Europa ni es una amenaza para esa región.
Más de l00 millones de internautas sin completarse las primeras 24 horas de publicarse el encuentro de Putin con Clarkson podrían convertirse en un arma potente contra partidarios de guerras con beneficios para el complejo militar industrial estadounidense como la de Ucrania.
Las potencias occidentales enviaron armamentos por más de 148 mil millones de dólares a Kiev desde el comienzo de la operación militar rusa, el 24 de febrero de 2022. Pero en su gran mayoría ese dinero fue invertido en compras a la industria bélica norteamericana.
En otras palabras, atentar contra los jugosos ingresos de la industria militar, interesada en promover confrontaciones en el orbe, resulta casi una herejía, comenta la publicación online Vzgliad.
Para esos industriales, al parecer, la paz es una amenaza y por consiguiente cualquier llamado en ese sentido sería visto como un paso incómodo, como también lo es cualquier gesto de reducir la imagen de Rusia como el gran peligro, tal y como lo hizo Putin.
lam/To