Sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) experimentaron un aumento del 30 por ciento desde el año 2000, según un informe presentado este jueves.
En el documento, el jefe de la Unidad de Movilidad Sostenible del Pnuma, Rob de Jong, enfatizó en la necesidad de implementar regulaciones ambiciosas que frenen las emisiones nocivas para el medio ambiente y la salud humana.
Según el estudio, los vehículos pesados son responsables de más del 40 por ciento de las emanaciones de óxidos de nitrógeno en las carreteras, así como del 60 por ciento de las partículas en suspensión PM2,5 y del 20 por ciento del carbono negro, ambos asociados a problemas cardíacos y pulmonares.
La situación se agrava en los países en desarrollo, que dependen de importaciones de vehículos pesados usados, a menudo en condiciones precarias y contaminantes.
El texto también advirtió que el incremento en las exportaciones de esos equipos usados, desde economías industrializadas hacia naciones en desarrollo, contribuye a elevar la contaminación en las naciones del Sur.
Si bien las exportaciones de vehículos pesados representan un modesto 3,6 por ciento del valor total del comercio mundial de automóviles, sus emisiones de CO2 asociadas aumentaron más del 30 por ciento desde 2000, y los camiones contribuyeron en 80 por ciento a ese alza.
El CO2 es el principal gas de efecto invernadero, cuya consecuencia es el calentamiento de la atmósfera que acelera el cambio climático.
El informe del Pnuma, de conjunto con la Coalición por el Clima y el Aire Limpio, proporciona una primera visión global de las Naciones Unidas sobre la escala y regulación de los vehículos pesados usados.
También sobre su contribución a la contaminación del aire global, los accidentes de tráfico, el consumo de combustible y las emisiones climáticas, y recomienda formas de reducir los aspectos nocivos, para la salud de las personas y el clima.
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