Se trata de una especie de misterioso epicentro, donde bulle la habilidad de muchos técnicos y personas que llevan años con este oficio.
Ese es el caso de Belkis Fong, quien llegó a este trabajo a los 17 años y ahora tiene 57, quien reconoce que el inicio fue difícil, momento de aprendizaje y de duro bregar, pero la satisfacción vino después y ahora considera su trabajo como mágico.
Tal criterio lo comparte Odalys Lara, con 30 años de experiencia en la labor de Lectora de Tabaquería y responsable de las relaciones publicas de una fabrica tan significativa como La Corona.
Ambas tomaron parte en la clase magistral de torcido para un grupo de los dos mil 900 participantes en el Festival, provenientes de 108 países.
En esta 24 edición se visitan las fábricas de La Corona, Partagás, H. Upmann y Carlos Baliño, para conocer de primera mano cómo es el proceso de elaboración Totalmente a Mano de un habano.
Como novedad, los asistentes aprendieron a confeccionar su propio cigarro, guiado por los expertos torcedores de fábrica.
La Corona, conocida originalmente como la Casa de hierro, arrastra una rica historia, cuando antes de su instalación de inicio en la calle Zulueta en 1904, la fábrica había cambiado de ubicación en varias ocasiones.
En la actualidad se encuentra enclavada en la calle 20 de mayo y línea del ferrocarril y es una de las fábricas más funcionales de Cuba, lo que permite elaborar los Habanos en las condiciones productivas más óptimas.
Por su parte, Partagás es una de las fábricas más reconocidas en el mundo del Habano por su afamada calidad de resultado. Los puros Partagás son reconocibles por su intenso sabor y por el carácter de su ligada.
Otro de los escenarios resultó H.Upmann, de las más renombradas. Su edificio original radicó en la calle Amistad 405.
En 2003 fue trasladada a una moderna instalación en la céntrica calle 23, en el Vedado, y actualmente se encuentra en la calle Belascoaín, esquina Peñalver.
A principios del siglo pasado, fue en las majestuosas galeras de la antigua fábrica donde afanosas manos de torcedores experimentados produjeron las primeras vitolas de la marca H. Upmann.
Y por último, los delegados visitaron la industria Carlos Baliño, la nueva fábrica Romeo y Julieta ubicada en el municipio de Marianao, a poco más de 10 kilómetros del centro de La Habana, un edificio rehabilitado de un viejo convento de principios del siglo XX.
Oportunamente, voceros del Festival dijeron que Cuba vende en más de 100 países de todos los continentes, cuando la isla cuenta con 45 empresas para esos fines (16 agrícolas, ocho agroindustirales, 10 de tabaco torcido, cuatro de cigarrillos y siete de servicios y comercialización.
En esta nación aparecen 50 fábricas de torcido para la exportación, e igual cantidad para el consumo nacional, otras dos industrias elaboran tabaco a máquina, así como factorías de cigarrillos y de cajas de madera para envases. En Cuba laboran alrededor de 200 mil personas, incluidos muchos familiares de los productores.
Tales datos se actualizan anualmente, y en dependencia de las dificultades y las maneras de resolver los problemas, pero lo que sí es cierto es que se trata de una industria atractiva, interesante y con un eje casi misterioso en las fábricas de torcido.
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