Como lo declaró recientemente el presidente ruso, Vladimir Putin, al intervenir ante las dos cámaras de la Asamblea Federal, el traslado de tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Ucrania pudiera llevar a una confrontación nuclear.
El llamado de Macron, pese a que en una cumbre convocada por él en París para respaldar a Kiev se precisó que de ninguna forma se enviarían soldados de la alianza, entró, al mismo tiempo, en contradicción con la posición alemana.
Una de las primeras reacciones a las mencionadas declaraciones del dirigente galo fue la del canciller federal alemán, Olaf Scholz, quien descartó tajantemente la posibilidad de la presencia de fuerzas del bloque noratlántica en la confrontación ucraniana.
De hecho, Scholz se atrevió a aclarar que, a diferencia de París, en Berlín si se preocuparon por Kiev, en alusión a los más de 17 mil millones de euros empleados por su país para el rearme de Ucrania, muy por encima de lo dedicado a esos menesteres por Francia.
Pero lo cierto es que el balón de ensayo lanzado al terreno ruso tuvo una reacción coherente de parte de Moscú y en apariencia desconsoladora por parte de los aliados de la OTAN y Estados Unidos que se apresuraron a aclarar las cosas, aunque no todo se ha dicho.
Recientemente, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, denunció que su país libra una guerra indirecta con la OTAN, pues Ucrania recibe asesoramiento de ese bloque para cada movimiento en el teatro de operaciones.
Los especialistas rusos señalan que los llamados asesores occidentales planifican operaciones completas, ofrecen información de inteligencia satelital, manejan equipos bélicos e incluso se especula que pilotean aviones de combate, hasta ahora de fabricación soviética.
De hecho, en la contraofensiva lanzada por Kiev el 4 de junio del pasado año, con participación de más de 160 mil militares, más de un 45 por ciento de ellos fue entrenado en países de la alianza atlántica.
Las tropas ucranianas recibieron decenas de tanques y vehículos blindados alemanes, británicos, franceses y estadounidenses, así como aviones de combate de naciones de Europa del este.
De ahí se desprende que, si el ejército ruso paró la mencionada contraofensiva, también pareció demostrar su superioridad sobre el armamento, la técnica de combate y hasta las estrategias de guerra del bloque noratlántico, consideran expertos.
El ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, declaró en su momento que más de 600 mil militares rusos ya participaron en la rotación de las fuerzas involucradas en la operación bélica en Ucrania, donde se libra la confrontación más moderna de los últimos tiempos.
Además, el complejo militar industrial ruso quintuplicó la producción de aviones, tanques, vehículos blindados, obuses y de municiones, un ritmo que Europa tardará varios años para alcanzar.
En opinión de analistas, todos esos elementos también parecieron pesar sobre el coro a voces que se escuchó en los últimos días de parte de dirigentes de potencias occidentales para negar rotundamente un eventual envío de sus tropas a Ucrania.
Cabe recordar que el 22 de febrero de 2022, Putin ordenó la operación bélica para proteger a la región sublevada del Donbás, que denunció ochos años de genocidio de Kiev. Ello ocurrió, después que la OTAN ignoró propuestas de Moscú para formar una zona de paz regional.
LAS DENUNCIAS DE RUSIA
De acuerdo con la publicación digital Vzgliad, desde Rusia llegan cada vez más denuncias sobre el involucramiento de soldados de la OTAN en el conflicto bajo el manto de pertenecer a grupos mercenarios, cuando en realidad se trata de comandos de fuerzas especiales.
Los soldados pagados abundan en el teatro ucraniano de operaciones, pero, sobre todo los polacos, ya se enfrentaron cara a cara con las fuerzas rusas, considera el rotativo online.
Tal secreto a voces permite a Occidente guardar, sin embargo, su postura de no participación directa en las hostilidades, aunque en todo momento sus dirigentes repiten como un mantra la frase de que de ninguna forma pueden permitir una victoria de Rusia en el conflicto.
Con ese propósito, potencias occidentales buscan desgastar a Rusia con una guerra comercial, aunque el mandatario de ese país acaba de anunciar la aspiración a ocupar un cuarto lugar mundial de la economía nacional por la paridad del poder adquisitivo.
Más de 14 mil medidas punitivas unilaterales aplicó Occidente contra Rusia, cientos de ellas vigentes mucho antes del comienzo de la confrontación en 2022.
Hace poco, la editora principal del grupo mediático Rossia Sevodnia, Margarita Simonian, denunció que contaba con una grabación de audio, en la cual oficiales alemanes debatían como organizar un bombardeo contra el puente de Crimea, sin que se conozca su autoría.
Las potencias occidentales parecen reforzar cada vez más su participación indirecta en la confrontación ucraniana, aunque el mal intencionado amago francés, podría ser solo el iceberg de lo que sucede realmente en el campo de batalla. Vivir para ver.
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