Durante 2023, las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía aumentaron a medida que las sequías afectaron a la energía hidroeléctrica, sin embargo, fue menor que en 2022 gracias a la expansión de tecnologías renovables como la solar, la eólica y el impulso a los vehículos eléctricos.
El pasado año esas emanaciones crecieron en 410 millones de toneladas de CO2, algo menos respecto a los 490 millones del anterior 2022, debido a un déficit excepcional de energía hidroeléctrica por las sequías extremas en China, Estados Unidos y otros países, que tuvieron que acudir al uso de combustibles fósiles.
De no haberse dado esta situación, las emisiones globales de generación de electricidad habrían disminuido el año pasado.
El estudio afirmó también que el despliegue de fuentes energéticas no contaminantes fue suficiente para evitar un consumo anual de carbón equivalente al de los sectores eléctricos de India e Indonesia combinados.
Las economías avanzadas, señaló el informe, experimentaron una caída récord en sus escapes de CO2 en 2023, incluso con un incremento de sus productos internos brutos.
Sus emisiones cayeron a su nivel más bajo en 50 años, mientras que la demanda de carbón volvió a caer a niveles no vistos desde principios de 1900.
Dicha disminución fue impulsada por un fuerte despliegue de energías renovables, el cambio de carbón a gas, mejoras en la eficiencia energética y una producción industrial más débil.
El año pasado fue el primero en el que al menos la mitad de la generación de electricidad en las economías avanzadas provino de fuentes bajas en emisiones, como las energías renovables y la nuclear.
De 2019 a 2023, el crecimiento de las energías limpias fue dos veces mayor que el de los combustibles fósiles, lo que brinda la oportunidad de acelerar la transición para alejarse de ellos en esta década, consideró el análisis de la AIE
mem/crc
