La mejor manera de mitigar este impacto en la salud y la productividad laboral es reducir las emisiones de gases contaminantes de efecto invernadero a la atmósfera terrestre procedentes de actividades humanas, señalan los investigadores.
Actualmente, muchas regiones se tambalean por el alza de las temperaturas y las condiciones de olas de calor tempranas (hemisferio norte) o tardías (hemisferio sur), debido al calentamiento global y al fenómeno de El Niño en el océano Pacífico ecuatorial.
Generalmente, El Niño causa temperaturas más cálidas de lo normal y mayor número de olas de calor en muchas zonas del mundo, y el evento de este año es uno de los cinco más fuertes jamás registrados, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Aunque el fenómeno en sí se está debilitando, sus impactos persistirán, observó la OMM.
Los estudiosos hallaron que con el calentamiento de 1,1 grados producido desde la era preindustrial, una quinta parte de todas las horas del año supera ya el umbral permisible para el trabajador promedio al aire libre que realiza trabajos pesados en regiones tropicales.
Con 1,0 grado adicional de calentamiento, dicha cifra aumentaría a un tercio de todas las horas del año, agregaron los expertos.
Se prevé que las pérdidas económicas en términos de Producto Interno Bruto debido al estrés térmico sean del 3,0 al 5,0 por ciento en África occidental tropical y el sur y sudeste de Asia.
Estudios de laboratorio muestran una reducción del 10 por ciento en la capacidad de las personas para hacer trabajo físico bajo estrés por calor leve, mientras la merma es del 78 por ciento en el caso de estrés por calor extremo.
A todo esto se añaden otros impactos por esta causa en la salud, desde deshidratación hasta insolación, colapso e influencias a largo plazo en los riñones, el cerebro y el corazón, que pueden incapacitar a las personas para trabajar.
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