Trabajadores de empresas de menos de seis personas, por cuenta propia o autónoma, sin incluir profesionales o técnicos, aquellos implicados en servicios domésticos y los familiares sin remuneración conforman ese rubro, detalló la entidad.
Solo el 28,9 por ciento de los habitantes de este país (17, 1 millones en total) labora en el sector formal, precisó el INE en base a los resultados de su última Encuesta de Empleo e Ingresos.
En la parte informal sobresalen los mayores de 24 años, distribuidos de la siguiente manera: 10,7 por ciento en el área metropolitana, 20,6 en el resto urbano y 45,4 por ciento en lo rural.
Dentro de ese sector en este territorio centroamericano predominan la actividad agrícola con un 34,2 por ciento, seguida del comercio, un 28,2, e industrias manufactureras con un 12,9 por ciento.
Comunicaciones registra 0,1 por ciento y resalta así como la actividad económica con menor incidencia en la distribución de ocupados a nivel nacional en la informalidad.
La clave no está en combatir tal fenómeno sino en crear condiciones para que las empresas generen más empleo, explicó el coordinador de análisis macro fiscal del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), Abelardo Medina.
Consideró que se logrará promoviendo la diversificación, competencia y competitividad para que hayan más puestos laborales y sean mejor remunerados.
La informalidad es una consecuencia de la falta de suficientes y buenos empleos, por lo cual aparece en el horizonte como consecuencia la migración, acotó el experto en declaraciones al medio de prensa.
Al recibir un bajo salario de este sector, las personas tienen poca capacidad de consumo y ello genera un círculo vicioso, advirtió el coordinador del Icefi.
La economía de este país cerró el 2023 con un crecimiento de 3,5 por ciento de su producto interno bruto, una cifra menor al 4,1 del 2022 y al ocho por ciento de 2021.
El Banco Nacional prevé para el presente periodo anual una subida similar a la pasada, aunque –a juicio de las Naciones Unidas- la desigualdad afecta especialmente a los pueblos indígenas y afrodescendientes.
Las remesas continúan como la locomotora de la economía, al superar al vestuario, café y banano, lo que muchos ven como estabilizador del proceso y llaman a incentivar las inversiones y el desarrollo en Guatemala.
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