“Celebraba la misa junto a unas monjas después de haber hecho una prédica fuertísima, llamando a la reconciliación en su país y varias veces lo habían amenazado para que no siguiera hablando”, dijo en un mensaje por la Semana Santa católica.
Recordó que, sin embargo, “elevó la voz con mucha mayor claridad y dijo que ante una orden de matar, primero, tiene que primar la ley de Dios a la ley de los hombres”; por lo tanto, apuntó, «les ruego, les pido, les exijo, le ordeno: ¡cese la represión!”.
“Esas fueron las palabras que lo sentenciaron a muerte y que, como ustedes saben, terminó derramando su sangre, como Jesús, pero esta vez en el Altar”, agregó Castillo.
De otro lado, en la homilía por el ritual de domingo de ramos, el dignatario eclesiástico expresó que Cristo promueve “la nueva humanidad que podemos vivir todos y que lograremos en medio de esta situación terrible del mundo en donde las guerras, las injusticias, los maltratos, el hambre y la miseria nos acechan”.
Pidió recordar “el camino del bien común que nos lo mostraron los primeros sacerdotes que hicieron, junto con otros laicos comprometidos, muchos héroes nacionales, mártires, la constitución primera” de Perú independiente.
Recordó también que Perú “es una nación que está al servicio de toda la Patria, y nadie puede ser dueño de ella, sino que todos participamos en común para ayudarnos, y el Estado no puede ser usado para la vileza de la corrupción y los intereses propios”.
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