El portavoz de la Cancillería, Wang Wenbin, calificó de constructivo ese diálogo mediante el cual la parte nipona explicó la seguridad de este plan basado en evidencia científica.
El 28 de febrero pasado Japón comenzó la cuarta etapa de la descarga de agua contaminada con energía nuclear al liberar en el mar unas siete mil 800 toneladas.
Hasta el momento China manifestó su fuerte preocupación por este tema y, de hecho, canceló la importación de todos los productos acuáticos provenientes del país nipón.
Beijing insistió en varias ocasiones en la necesidad de un acuerdo internacional para monitorear de forma independiente el plan japonés.
Otra portavoz de la Cancillería, Mao Ning, aseguró recientemente que liberar esta agua al océano «afecta la salud de toda la humanidad, al entorno marino global y al interés público internacional».
«Las medidas de precaución tomadas por China y algunos otros países en respuesta a la acción de Japón tienen como objetivo proteger la seguridad alimentaria» y son «totalmente legítimas, razonables y necesarias», agregó.
Para Beijing, que siempre puso en duda la factibilidad del plan nipón, un acuerdo internacional de monitoreo independiente debe contar con la participación de los países vecinos y otras partes interesadas, a fin de evitar consecuencias irrevocables derivadas de la descarga.
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