Poetas, trovadores, músicos, conferencistas, una exposición fotográfica y una obra de teatro sirvieron de plataforma para trasmitir a los presentes en la Plaza de los Museos, parque Los Caobos, en Caracas, la solidaridad de los venezolanos y la codena a las atrocidades del régimen sionista contra los palestinos.
Este evento fue organizado por la Campaña Global del Retorno a Palestina, la Liga Latinoamericana por el Retorno a Palestina y la Fundación Segundo Paso para Nuestra América.
El presidente de esta última institución Ramón Mederos manifestó al intervenir que la Cultura tiene un papel fundamental en todo esto, porque donde “suenan los versos y se escucha la música, huyen los canallas y le tiemblan las piernas a los malvados”.
Expresó que la cultura es una manera de reivindicar la lucha palestina y por eso “nos hemos reunido para levantar la voz juntos”.
Mederos señaló que a los venezolanos no nos cuesta nada comprender el dolor ajeno de un pueblo como el de Palestina, que está sufriendo “uno de los genocidios más terribles del mundo» en la Franja de Gaza.
Apuntó que en ese territorio fueron arrojadas más de 70 mil toneladas de bombas sobre la población más vulnerable, lo cual significa más de tres veces la bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945.
El presidente de la fundación Segundo Paso añadió que de los más de 33 mil fallecidos, la mitad son niños, mujeres y ancianos, y todavía, dijo, hay gente que duda si eso es un genocidio, “válgame doble rasero, que hipocresía”, expresó.
Mederos reflexionó que hay quienes piensan, que levantar la voz por la causa palestina, protestar contra el genocidio, manifestarse a favor de ese pueblo y cualquier causa justa, “puede tener un alto precio”, acarrear consecuencias para quienes lo dicen, para quienes alzan la voz.
Afirmó en declaraciones a Prensa Latina, que “si callamos, el precio que vamos a pagar va a ser siempre mucho más lamentable”, subrayó.
El profesor de la Universidad Central de Venezuela Omar Hassan explicó lo fundamental que es la religión para los habitantes del Medio Oriente y afirmó que este no es un conflicto religioso, ni cultural, ni lingüístico, es un conflicto por tierra, “por el hurto y el robo de tierras”.
Este, denunció, es uno de los procesos de robo de tierras “más extensos y sangrientos de la historia moderna”, sigue y se mantiene porque a la vez de ser un robo de tierra es también un “proceso de crear un enclave geopolítico estratégico, de inmensa importancia” para la potencia colonizadora que lo creó en 1920.
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