“Desde hacía tres años el acueducto del Distrito sabía de esta realidad al observar cómo bajaban, cada vez más, los niveles históricos del embalse de Chingaza”, principal fuente abastecedora de la ciudad, aseguró el mandatario en la red social X.
Para revertir esa situación, el gobernante consideró que se impone una política poblacional que no concentre más población en la Sabana, reforestar el bosque alto andino, detener la minería, e implementar generalizados mecanismos de reutilización de aguas lluvias y ahorro de agua.
El acueducto, expresó, tiene hoy una oferta de agua de 17 metros cúbicos por segundo y espera a 2030 ampliarla a 20 metros cúbicos por segundo para garantizar la venta de agua en bloque a las nuevas urbanizaciones en la sabana.
En ese punto consideró que tal cosa es “suicida”, pues un modelo visto como el negocio de la expansión urbanística no es sostenible pues implica la disponibilidad de menos agua.
El acueducto distrital y su conducción en las alcaldías simplemente ha negado la existencia del cambio climático, aseveró Petro.
La idea de usar más agua de la cuenca de la Orinoquía transvasándola como se hace con el embalse de Chingaza, añadió, solo producirá mayores sequías en los llanos y crisis alimentarias en la ciudad.
Por último, sentenció que es insostenible producir sequía en los llanos para continuar el ritmo de negocios inmobiliarios en la sabana de Bogotá.
La capital de Colombia atraviesa una crisis en el abastecimiento de agua por lo cual las autoridades de la urbe decretaron un sistema para racionar el líquido.
El alcalde Carlos Fernando Galán aseguró que la medida busca ahorrar dos metros cuadrados cúbicos por segundo de agua, -de un consumo que actualmente roza los 18 metros cúbicos por segundo-, lo que significa un 11 por ciento de la demanda total de la ciudad donde viven más de 10 millones de personas.
oda/ifs