Unos mil 500 efectivos armados, entrenados y trasladados por la Agencia Central de Inteligencia habían desembarcado el 17 de abril de ese año con el propósito de establecer una cabeza de playa, instaurar un gobierno provisional ya designado en Estados Unidos y solicitar una intervención directa del Ejército norteamericano.
La inmediata respuesta de batallones del Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria y las milicias populares frustraron el plan, en tanto la participación de la división de tanques T-34 y cañones autopropulsados SAU-100, llegados a Cuba pocos meses antes desde la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fue decisiva para la victoria.
Participaron en esa batalla las columnas No.1 y No. 2 del Ejército Rebelde, baterías de obuses y el batallón de la Policía, mientras las nacientes defensa antiaérea y aviación revolucionarias desde el día antes repelían los ataques de la aviación enemiga.
El 18 de abril de 1961, el máximo líder revolucionario, Fidel Castro, inspiró a los combatientes cuando desde uno de esos blindados cañoneó al buque Houston, una de las embarcaciones estadounidenses encargadas de transportar más personal y equipo para los mercenarios, que había sido impactado por la aviación.
Los ataques de la artillería autopropulsada y la Fuerza Aérea Revolucionaria a la flota de apoyo estadounidense obstaculizaron la evacuación de los mercenarios en fuga.
Un día después pudo proclamarse lo que llamaría Fidel Castro posteriormente la primera gran derrota del imperialismo en América.
La agresión costó a Cuba más de 176 vidas, de ellas las de 151 combatientes del Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria y la Milicia Nacional Revolucionaria, unos 300 heridos y 50 discapacitados de por vida.
Más de mil 200 invasores capturados fueron intercambiados a Estados Unidos por alimentos y medicinas.
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