En un video circulado a propósito del centenar de jornadas en el Palacio de Matignon, el político de 35 años expresó una “determinación total” ante un escenario de dificultades, “en el que hay franceses que sufren, que dudan y que se inquietan”.
Attal escogió una escuela en la comuna de Viry-Chatillon, en el departamento de Essone, para pronunciar su discurso, en el que se espera aborde el tema de la educación, en particular la violencia en los centros docentes y el papel de los padres.
Un adolescente de la escuela visitada por el primer ministro perdió la vida este mes tras ser víctima de una agresión, caso de violencia que disparó las alarmas frente a un problema que preocupa a la sociedad.
Los desafíos que encara el jefe de Matignon son muchos, entre ellos las duras críticas opositoras por el aumento del déficit público, el cual superó un cinco por ciento del Producto Interno Bruto en 2023, con proyecciones que indican un panorama similar para este año.
No menos retador para Attal es la amplia desventaja del oficialismo ante el partido de extrema derecha Agrupación Nacional de cara a las elecciones europeas del 9 de junio, de las que saldrán los 81 eurodiputados franceses para la Legislatura 2024-2029 de la Eurocámara.
De acuerdo con una encuesta de Odoxa Backbone-Consulting para el diario Le Figaro, un 48 por ciento de los entrevistados lo calificó de “un buen primer ministro”, criterio mejor que el recibido en idéntica etapa por sus predecesores en el puesto bajo la gestión del presidente Emmanuel Macron, Édouard Philippe (46), Jean Castex (35) y Élisabeth Borne (41).
La mayoría de los participantes en el sondeo consideró a Attal dinámico, simpático, abierto al diálogo y competente.
Sin embargo, el resultado fue inferior al 50 por ciento cuando se les preguntó por su carisma, autoridad, cercanía a los franceses y capacidad de plantar cara a Macron.
Por su parte, una encuesta del Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) y Fiducial para Paris Match y Sud Radio ratificó que la popularidad del primer ministro supera con holgura a la del presidente.
Macron cuenta con una aceptación del 30 por ciento y un nivel de desaprobación del 70, mientras Attal se sitúa en 42-58.
En lo inmediato, el primer ministro lidia con el desafío organizativo y la seguridad de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de este verano en París, la cuestión impositiva en el contexto del elevado déficit público y el rechazo a la reforma del desempleo, la cual atiza el malestar que dejaron los cambios en la jubilación y la inmigración.
Una bomba de tiempo que Attal sigue de cerca es la cólera de los agricultores, que ya pusieron a principios de año en jaque al gobierno con sus protestas en reclamo de mejor remuneración y menos burocracia, competencia desleal, desigualdad en los ingresos y normas ambientales estrictas.
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