El ministro sancristobaleño de Relaciones Exteriores, Norgen Wilson, enfatizó en que pese a las diferencias, el grupo defiende el derecho de cada país a tomar decisiones propias, sus miembros persiguen objetivos similares y son capaces de superar múltiples adversidades cuando se trabaja en conjunto.
Consideró vital aprovechar el momento actual para reafirmar la paz y convocó a unir fuerzas con vistas a resolver los conflictos y disputas de manera pacífica.
Wilson también propuso actuar de forma más estratégica, priorizar el avance científico-técnico y reforzar las instituciones en función de aprovechar mejor y beneficiarse más de los nexos con el mundo desarrollado, para así dejar atrás el ciclo de venderle materia prima y recursos naturales, y luego comprarles productos terminados por un costo 20 veces superior.
El canciller reiteró que la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) es una comunidad, urgió a trabajar por eliminar las barreras y luchar por el levantamiento de las medidas unilaterales contra Cuba y Venezuela.
De su lado, la embajadora de Honduras en Caracas, Scarleth Romero, agradeció la oportunidad de participar como invitada a la XXIII Cumbre presidencial del organismo, reafirmó el compromiso de impulsar el desarrollo sostenible, la paz, la seguridad y el respeto a los derechos humanos. También se refirió a la voluntad de Honduras de reforzar los lazos de hermandad con los pueblos de la zona, así como repudió todo acto de injerencia externa y “los bloqueos criminales a Cuba, Venezuela y Nicaragua”.
Entre otras cuestiones, dijo que el ALBA-TCP es un escudo de esperanza, unidad y fuerza, recordó el espaldarazo del bloque ante los sucesos de junio de 2009 y aseguró que la nación centroamericana siempre le estará agradecida.
Los discursos de Wilson y Romero cerraron las intervenciones de la cumbre en Caracas y luego los presentes adoptaron los documentos debatidos durante la cita.
Los líderes latinoamericanos y caribeños rubricaron la Declaración final de la reunión y la Agenda Estratégica ALBA 2030, que traza el camino a seguir en áreas como la economía, la salud, educación, entre otras.
También refrendaron por unanimidad un comunicado especial sobre la situación de Palestina, demandaron una solución justa y duradera con la creación de dos Estados, con Jerusalén Oriental como su capital, y que se garantice el derecho al retorno de los refugiados.
La Declaración final, entre sus partes, ratificó la importancia y compromiso de los gobernantes en defensa de la “Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz” que, a 10 años de su aprobación en la II Cumbre de la Comunidad de Estado Latinoamericanos y Caribeños, en Cuba, mantiene plena vigencia.
Apoyó el diálogo permanente entre Venezuela y Guyana para alcanzar una solución satisfactoria entre las partes, como lo establece la Declaración Conjunta de Argyle de 2023, entre los mandatarios Nicolás Maduro e Irfaan Alí.
El texto demandó, además, la exclusión de Cuba de la lista unilateral de países supuestamente patrocinadores del terrorismo.
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