Este viernes, un parte oficial reconoció 76 decesos, solo un día después de que otro, este viernes, había cifrado en 44 los muertos por causas ligadas a las lluvias intensas que también afectan otros estados del este africano: Burundi, donde el gobierno pidió ayuda internacional para evitar una hambruna, y Tanzania.
Además, las autoridades kenianas, con el apoyo de la Cruz Roja Internacional, tratan de organizar alojamientos provisorios para unas 131 mil personas que abandonaron sus hogares y sus pertenencias en busca de zonas altas para protegerse del diluvio que anega su país.
La mayoría de las muertes más recientes y los miles de desplazamientos ocurrieron en esta capital, en particular en los distritos periféricos donde habitan familias desposeidas cuyas casas están construidas de desechos metálicos, cartón y adobe.
En contraste, en Zimbabue, en el sur del continente, una sequía sin precedentes hace décadas, obligó al gobierno a declarar la emergencia nacional, mientras los efectos de la escasez de precipitaciones, también impactan del otro lado del océano Atlántico, en Colombia y Uruguay, donde están en vigor restricciones al uso del agua potable.
Ambas crisis, acorde con criterios de los entes especializados, son consecuencia del fenómeno El Niño-oscilación del sur, además del cambio climático causado por la actividad humana.
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