“Es un orgullo decir que YLB tiene el personal para afrontar los retos que siguen hacia adelante, para ver el tema tan fundamental como son las piscinas (…), afirmó la presidenta de YLB, Karla Calderón.
La titular resaltó que se reconoce el trabajo, el esfuerzo y la capacitación de ese personal, al cual felicitó y entregó documentos acreditativos en el Complejo Industrial ubicado al sur del salar de Uyuni, departamento de Potosí.
Esos 15 trabajadores pertenecen al área de Obras Civiles y realizaron un curso de Impermeabilización y Soldaduras con Geotextil y geomembranas de Piscinas Evaporíticas de Salmueras, impartido por una empresa chilena.
Según datos de la Gerencia de Operaciones de YLB, los trabajos de impermeabilización, a cargo del propio personal de la empresa estatal, generará un ahorro de seis millones de bolivianos (857 mil dólares) por piscina, tarea que anteriormente era ejecutada por técnicos extranjeros.
Calderón realizó este miércoles una inspección a las plantas industriales en el complejo inaugurado en diciembre en el salar de Uyuni, junto a su equipo ejecutivo.
«Realizamos esta visita inspección a todo lo que son los trabajos de operación y proyectos -explicó la titular-, en lo que es nuestro complejo industrial, junto a nuestros gerentes y hemos constatado el trabajo que se viene desarrollando actualmente en nuestras plantas industriales».
Informó que durante el recorrido los gerentes constataron el funcionamiento de las plantas industriales de cloruro de potasio y de carbonato de litio, conversaron con los trabajadores de las distintas áreas y escucharon sus necesidades en las labores que realizan, según un reporte institucional.
En su edición más reciente, el semanario boliviano de análisis político La Época critica en relación con la industrialización del litio lo que denomina viejos prejuicios neocoloniales incompatibles con alguien comprometido con la liberación del país de toda forma de dominio extranjero.
Advierte que estos sectores insisten en la vieja idea de que los bolivianos no son capaces de levantar industrias por medios propios, y que los únicos que son dignos de ser llamados socios, son los que se encargaron de que el país no fuera más que una triste semicolonia por más de un siglo.
“Seguir apostando por capitales estadounidenses o europeos equivale a esperar a que un asesino serial se reforme. Entregar el litio a ellos sería repetir la historia, que no es otra cosa que un suicidio”, concluye La Época.
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