“Somos testigos de una degradación del significado del trabajo, que se interpreta cada vez más en relación con los ingresos en lugar de como una expresión de la propia dignidad y contribución al bien común” expresó el sumo pontífice en un encuentro con miembros de la Confederación Nacional para la Formación Profesional (Confap).
Un comunicado divulgado este viernes por la oficina de prensa de la Santa Sede señala que, en ese contacto, efectuado esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano, Francisco expresó que “la formación debe ofrecer a los jóvenes, herramientas para discernir entre ofertas de trabajo y formas de explotación”.
El Obispo de Roma manifestó además que junto a las competencias técnicas son importantes las virtudes humanas, pues “una técnica sin humanidad se vuelve ambigua, arriesgada y no es verdaderamente humana, no es verdaderamente educativa”.
Una buena formación profesional “te permite desempeñar un trabajo y, al mismo tiempo, descubrir el sentido de tu ser en el mundo y en la sociedad”, añadió.
“¡El abandono educativo y formativo es una tragedia!, enfatizó, y se refirió a la importancia de “construir un relevo generacional donde las habilidades de quienes salen estén al servicio de quienes ingresan al mercado laboral”.
“La transformación del trabajo requiere una formación continua, creativa y siempre actualizada”, aseveró, y en tal sentido argumentó la importancia de invertir recursos y energía con tal propósito.
El papa Francisco reconoció que “las transformaciones laborales son cada vez más complejas, también debido a las nuevas tecnologías y los desarrollos en Inteligencia Artificial y llamó a rechazar tanto la tecnofobia como la tecnocracia.
La primera, apuntó, es el miedo a la tecnología que lleva a rechazarla, mientras la segunda es la ilusión de que la misma puede resolver todos los problemas.
El pontífice subrayó que los jóvenes, “siempre llenos de talentos y potencialidades, también son particularmente vulnerables, tanto por algunas condiciones antropológicas como por diversos aspectos culturales del tiempo en que vivimos”.
Muchos abandonan sus territorios de origen para buscar empleo en otros lugares, pero según dijo, a menudo no encuentran oportunidades que coincidan con sus sueños, y algunos tienen que conformarse con contratos precarios y mal remunerados, mientras otros viven insatisfechos y finalmente renuncian a sus puestos de trabajo.
Quienes se sienten rechazados pueden acabar en formas de penuria social humanamente degradantes, alertó y pidió “no perder de vista a nadie”, pues debemos “estar atentos a los jóvenes, y cuidar a aquellos que no han tenido oportunidades o que vienen de situaciones sociales desfavorecidas”.
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