Esta ciudad, capital sierraleonesa, es una prioridad para este año, aseguró el titular ruso, quien subrayó la importancia de traducir las palabras en acciones, alusión tácita a la ayuda gratuita de Moscú en granos y otras mercancías a países africanos en graves crisis económicas por diversos factores.
Las formulaciones de Lavrov constituyen otro factor en la intensa arremetida de las exopotencias coloniales europeas y Estados Unidos para desbancar a Rusia del apoyo africano, en la cual Moscú retiene varios éxitos contra cero avance de sus adversarios.
Desde fines del año 2023 y comienzos del presente altos funcionarios de Estados Unidos, –entre ellos la vicepresidenta Kamala Harris y el canciller Anthony Blinken–, Francia y el jefe de gobierno alemán, viajaron a África con promesas de inversión y ayuda económica a cambio de renunciar los lazos con Moscú.
Washington no dudó en despachar a Namibia y Kenya a la primera dama Jill Biden, armada del tema de la promoción femenina y juvenil, para circundar el espinoso asunto del choque con Rusia, pero los resultados fueron mediocres, para decir lo menos.
Tal vez en la mente de los anfitriones namibios estuvieron los horrores de la ocupación sudafricana durante su fideicomiso y, peor aún, la masacre en 1978 de sus refugiados en el campamento de Cassinga, que Washington nunca condenó.
Los africanos, gentiles como saben serlo cuando lo desean, pidieron a los visitantes centrar las conversaciones en la ayuda y la promoción humana y dejar de lado asuntos geoestratégios que para África son secundarios en sus presentes circunstancias económicas y humanitarias.
Sin embargo, en Sudáfrica, el tono de la respuesta resonó como trueno en día de sol cuando la ministra de Exteriores, Naledi Pandor, subrayó que la relación de su país con Rusia no variará a petición de otros pese a las presiones internacionales.
El fracaso estadounidense de jugar a la amnesia selectiva era de esperar, cuenta habida el apoyo de Washington durante décadas al régimen racista sudafricano, secundado por el maridaje de Pretoria e Israel, que los sudafricanos no olvidan, como demostraron en varias ocasiones.
Al presente la situación no mejora para Washington, como demuestra la solicitud, amable, pero firme, de evacuar las tropas de la llamada Base Aérea 101, en Niamey, la capital de Níger, y, peor aún, la llegada de asesores rusos a la misma instalación cuando aún quedaban algunos de los efectivos.
Existe un adagio, certificado por el paso del tiempo según el cual “La vida es como un restaurante: nadie se va sin pagar sus cuentas” y la deuda de Washigton es alta, en particular el apoyo directo y a través de la OTAN a la cruel dominación colonial europea en África.
En esta escenario la contrapartida es la sostenida ayuda soviética primero, y rusa ahora, al continente para sacudirse la dominación colonial lo que explica la reticencia africana a sumarse al boicot deseado por el llamado occidente colectivo.
Y, además, evidencia que los africanos perdonan la parcialidad colonialista de Washington, pero no la olvidan, como tampoco pasan por alto quienes estuvieron a su lado durante sus años más crueles.
mem/msl