El acto de veneración comenzó con un recorrido simbólico del capítulo boliviano del Regimiento Inmortal desde la Plaza Humboldt, en La Paz, hasta la sede diplomática de Rusia en el Estado Plurinacional.
Funcionarios de esa misión, profesores y alumnos del Colegio Ruso-Boliviano, así como miembros de la Asociación de Egresados en la Unión Soviética desfilaron con retratos y uniformes de combatientes del Ejército Rojo hasta la tarja que, en la fachada de la embajada recuerda esa epopeya, donde depositaron ofrendas florales.
El Regimiento Inmortal es un movimiento organizado en más de 100 países para rendir tributo a los caídos en la Gran Guerra Patria y preservar la memoria histórica.
Andrey Krysanov, encargado de negocios de la legación diplomática, declaró a Prensa Latina que ese acto heroico tiene enorme importancia para la actual generación y las futuras.
“Tratamos de preservar la memoria de nuestros ancestros, abuelos, bisabuelos, nuestros héroes, quienes sacrificaron sus vidas para que podamos ser felices”, expresó.
Añadió que resulta sumamente importante esta “pequeña inyección de memoria cada año” en todo el mundo, justamente ahora, cuando algunos países occidentales tratan de reescribir la historia y minimizar el rol del soldado soviético en esa contienda, e incluso hacer a la Unión Soviética culpable de algunos capítulos.
“Nunca permitiremos tales tergiversaciones”, dijo Krysanov a esta agencia de noticias.
Comentó que con estos actos de memoria se recuerda en todo el mundo la historia real y viva, con la concepción arraigada tras la victoria del 9 de mayo de 1945, de que “nada ni nadie está olvidado”.
La directora de la escuela Ruso-Boliviana, Yelena Lekontseva, por su parte, recordó que el 22 de junio de 1941 comenzó la invasión alemana contra la Unión Soviética y con ella una época de horror para el mundo.
Describió que durante ese cuatrienio la Unión Soviética sufrió pérdidas superiores a los 27 millones de vidas, la destrucción de más de mil 710 ciudades, 70 mil aldeas y poblados, además de daños incalculables en la industria y la agricultura.
Significó que los soldados soviéticos no solo defendieron su país, sino que liberaron Europa de la invasión fascista y llegaron a Berlín, donde obligaron al enemigo a capitular y deponer las armas en mayo de 1945.
Ante la tarja conmemorativa, los presentes entonaron canciones emblemáticas de los años de la Gran Guerra Patria, y junto a ella un joven uniformado al estilo del Ejército Rojo portaba una bandera soviética similar a la que fue colocada en lo alto del Reichtag, en Berlín, hito simbólico de la victoria sobre el fascismo.
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