Una reciente declaración del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) confirmó que al menos seis menores murieron desde el 7 de junio en esa urbe, capital de Darfur del Norte.
«Miles de niños, incluidos los que viven en grandes campos de desplazados, están atrapados en medio del aumento de los combates y no pueden llegar a un lugar seguro», lamentó por su parte el portavoz adjunto del secretario general (António Guterres), Farhan Haq.
En ese contexto, el Fondo para la Infancia exigió a las partes reducir inmediatamente la situación así como permitir el movimiento seguro y voluntario de civiles.
La Unicef llamó además a garantizar la protección de los civiles, incluidos niños y mujeres, y los bienes de carácter civil, mientras aumenta la amenaza además para los trabajadores humanitarios.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios reclamó también protección para el personal de ayuda en Sudán y en todo el mundo luego de que esta semana un trabajador muriera por complicaciones en una herida de bala sufrida el 1 de junio.
El miembro de la organización no gubernamental Relief International recibió un disparo cuando regresaba al campo de desplazados de Zamzam, después de transportar a una paciente al hospital de maternidad de El Fasher, comunicó al respecto la ONU.
Según el organismo, ese fue el sexto trabajador humanitario asesinado en Sudán en las últimas seis semanas.
La situación en el país resulta más compleja desde la expansión de las hostilidades a El Fasher, lo que podría desencadenar una masacre en el último bastión de las Fuerzas Sudanesas que ahora permanece bajo asedio de sus rivales, las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido (RSF).
La urbe es la única zona que queda en Darfur no controlada en su totalidad por las RSF.
Además, es refugio de cientos de miles de desplazados internos, incluidos supervivientes de los ataques anteriores de la RSF que buscaron refugio en el área.
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