Según los últimos datos disponibles para 34 países de la Región de las Américas, en el año 2020 se alcanzaron los 8,2 millones de unidades de sangre, de las cuales el 48 por ciento provenían de donantes voluntarios, informó el doctor Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Sin embargo, en numerosos países del área la demanda es mayor que la oferta, y los servicios de sangre enfrentan el reto de que haya suficiente disponibilidad y, al mismo tiempo, de garantizar su calidad y seguridad.
Barbosa indicó que aun cuando las cifras generales de la Región muestran un aumento importante en las donaciones y en la disponibilidad y seguridad de la sangre, la tasa de donación por cada mil personas en los países de ingresos medios y bajos sigue estando entre 50 y 70 por ciento por debajo de las naciones de ingresos más altos.
Tal situación muestra la necesidad de que los países pongan en marcha programas sostenibles, con sistemas y servicios regulados que les permitan disponer de sangre segura en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de los pacientes.
Las donaciones de sangre voluntarias y no remuneradas constituyen la base de un suministro de sangre seguro y suficiente.
Además, desempeñan un papel crucial en el apoyo a pacientes con una amplia gama de problemas crónicos de salud, como la hemofilia y las deficiencias inmunitarias.
Los expertos destacan que las transfusiones de sangre y hemoderivados ayudan a los pacientes a vivir más tiempo y a tener una mejor calidad de vida.
También significan un apoyo en procedimientos médicos y quirúrgicos complejos, por lo que son indispensables en los servicios de atención maternoinfantil y en casos de desastres de origen natural o causados por los seres humanos.
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