Hacer a Europa grande de nuevo, es una frase que trae a la memoria la campaña del magnate estadounidense Donald Trump durante su primera candidatura a la presidencia de Estados Unidos y que Orban asumió como lema para sus seis meses al frente del mecanismo comunitario.
Budapest asumirá un período marcado por el inicio de una nueva legislatura en la Eurocámara y el incipiente reparto de altos cargos.
En este segundo semestre del año las autoridades húngaras están llamadas a liderar las negociaciones en asuntos clave para los Veintisiete.
Todo esto en un contexto de cuestionamientos desde la propia Unión Europea sobre lo que Bruselas califica de “retrocesos en materia de Estado de Derecho”.
A tal punto que el Parlamento comunitario expresó en una resolución a comienzos de año su temor por un impacto negativo del papel de Hungría dentro del funcionamiento de la UE.
El ministro magiar de Asuntos Europeos, Janos Boka, reconoció ante los medios informativos que el por venir es un periodo ‘muy difícil’, marcado por desafíos como la guerra en Ucrania, pero también por una “sensible” situación de seguridad y discrepancias en materia de política migratoria, un tema este último en el que Budapest se ha enfrentado abiertamente a Bruselas.
Según Boka, el lema elegido resume lo que espera que sea una presidencia activa, bajo la premisa de que «juntos somos más fuertes que por separado», y que Europa puede convertirse en un actor global de primer nivel.
Con respecto a los cambios en los altos cargos comunitarios, Orbán criticó a populares, socialdemócratas y liberales por no tener en cuenta las opiniones de los grupos de ultraderecha, que son ahora más fuertes.
En tanto, Boka dijo que Budapest no tiene ninguna objeción a los nombres como el del portugués António Costa, la estonia Kaja Kallas y la italiana Roberta Metsola, favoritos para algunos de estos puestos.
De su lado, Orbán muestra recelo por la figura de la conservadora alemana Ursula Von der Leyen, que aspira a la reelección como presidenta de la Comisión Europea.
Por otra parte, el ministro de Asuntos Europeos dejó claro que su país no ayudaría a Ucrania a abrir ninguno de los 35 capítulos que componen los seis grupos temáticos de las negociaciones de adhesión.
Esa postura constituye un freno a los esfuerzos de Bélgica, que trabajó por impulsar al máximo esa opción.
De hecho, una semana atrás esa nación consiguió alcanzar la unanimidad necesaria para aprobar el marco de negociación para la integración de Ucrania y Moldava, bloqueado por Hungría.
En cambio, el gobierno de Budapest manifestó su intención de «avanzar lo máximo posible» en la integración de los países de los Balcanes occidentales porque llevan «más de dos décadas» aspirando a su adhesión, según su embajador ante las instituciones comunitarias, Bálint Ódor.
Hungría, además, quiere celebrar en la región una cumbre entre la UE y los Balcanes occidentales (Serbia, Kosovo, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia y Herzegovina y Montenegro), aunque todavía no se ha fijado una fecha.
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