Aunque el proyecto de ley fue aprobado por el parlamento, el mandatario se abstuvo de sancionarlo en espera de una coyuntura más pacífica, que no llega.
Las calles de esta capital y de otras ciudades del país llevan más de dos semanas en vilo por protestas callejeras contra el aumento del impuesto al valor agregado al pan y a la posesión de vehículos, descartados por el gobierno como una concesión para apaciguar los ánimos.
En esa misma línea, el presidente Ruto sugirió entablar un diálogo con los organizadores de las protestas pero, en paralelo, advirtió que no se permitirían desórdenes ni actos de vandalismo.
En el ínterin 39 personas murieron en choques con la Policía, cifra desmentida por las autoridades que cifran las víctimas fatales en 19, y cientos de personas fueron detenidas en una atmósfera de colisión entre protestantes y uniformados que aconsejó a los comerciantes mantener sus puertas cerradas.
La gran incógnita aquí y ahora es si el presidente Ruto firmará la ley la semana próxima, último plazo para hacerlo según la Constitución.
En tanto, de entre el clamor de los manifestantes se escuchan voces en demanda de la renuncia del presidente al que acusan de “mal gobierno”, petición que los organizadores de las marchas achacan a “matones”, según la descripción a través de la plataforma X de Hanifa Farsafi, portavoz de los manifestantes.
Así, en este comienzo de semana resulta palpable que la situación keniana tiende a la complicación sin que se atisben indicios de un entendimiento entre las partes.
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