Yusuf, también conocido como “Hombre hiena”, siguió la tradición de casi cinco décadas de su padre Yusuf Mume Salleh de arrojarles huesos con carne para mantenerlas alejadas del pueblo y en la actualidad es considerado una atracción turística cuando los visitantes más osados deciden alimentarlas con un palo donde en el extremo colocan el pedazo de carnada.
Con sonidos peculiares, cada noche las llama para que salgan de sus cuevas y vengan a comer, en ocasiones mujeres y niños locales lo acompañan para familiarizarse con las hienas porque deben transitar todos los días cerca de su territorio y así evitan posibles ataques.
Parecería imposible de creer que esos animales de poderosas mandíbulas y dientes capaces de destrozar huesos a menudo trepan por encima de Yusuf como si fueran perros juguetones para conseguir los trozos de carne.
Esta tradición ahora se une con la práctica islámica: el décimo día del primer mes del calendario islámico y relacionado con el festival de Al Ashura, los lugareños alimentan a las hienas con cuencos de avena en santuarios especiales.
De acuerdo con la tradición, uno de los sheiks de los cuatro santuarios rotantes llamaría a las hienas para alimentarlas con un tazón de puchero de trigo para bendecir el futuro de la ciudad en el año siguiente. Si la hiena come mucho, será un año de abundancia, si no, el periodo se avecinaba poco próspero.
Otros dicen que las ceremonias de alimentación eran para intentar calmar a las hienas en años de sequía y escasez y así evitar los ataques al ganado.
Pero el vínculo de Yusuf con los animales es tan especial que una vez, según cuenta, las hienas lo llevaron hasta su guarida donde vivían los cachorros como muestra de confianza.
La distracción turística también reporta ingresos para la alimentación de los animales y resulta curioso ver cómo los perros también se arriesgan por un trozo de carne mientras son alimentadas.
(Tomado de Orbe)