El favorito para ganar la liza es el actual presidente, Paul Kagame, quien aspira a mantenerse en el sillón ejecutivo para un cuarto mandato consecutivo en este país en el cual apenas cicatrizan las heridas de la matanza de miembros de la etnia tutsi a manos de sus compatriotas hutus detenida hace hoy 30 años.
Cálculos conservadores cifran en unos 800 mil los tutsis muertos a manos de supremacistas hutus en una orgia de sangre detenida a los tres meses por Kagame cuando se apoderó de esta capital al frente del Frente Patriótico Ruandés.
Kagame presentó su postulación en competencia con dos rivales de poca monta: Frank Habineza, líder del Partido Verde, y Philippe Mpayimana, independiente, ambos derrotados por él en los comicios de 2017.
Aunque con poca oposición electoral, Kagame enfrenta críticas de adversarios políticos que lo acusan de querer eternizarse en el poder y de apartar con poca ceremonia y mano dura a personalidades en condiciones de hacerle verdadera oposición y a activistas que critican sus métodos drásticos de gobierno.
En el terreno regional, el presidente ruandés enfrenta denuncias de las autoridades de la República Democrática del Congo, sus vecinos del oeste, quienes lo acusan de fomentar el caos en su territorio a través de la acción del grupo armado Marzo 23 (M23) para apoderarse de sus recursos minerales.
Ruanda refuta con vehemencia las alegaciones, pero un informe encargado por la ONU confirma los nexos entre Kigali y los insurgentes del M23, agrupación armada cuyos miembros en su mayoría provienen de la etnia tutsi.
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