Ante ese escenario, el jefe de Estado reconoció el accionar permanente del Ministerio del Interior, de los órganos de justicia, y de la estrecha vinculación con el pueblo, que permitió en los últimos años descubrir y prevenir tendencias delictivas.
Gracias a esas alianzas, añadió, fue posible tomar mayor rigor en el tratamiento jurídico, penal y penitenciario, en especial en casos de imputados, acusados o sancionados por delitos de elevada lesividad social.
En la clausura del tercer periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), Díaz-Canel advirtió que a pesar de esos esfuerzos, la situación del delito, la corrupción, las ilegalidades e indisciplinas sociales se mantienen compleja en el país caribeño.
El mandatario hizo un llamado a reforzar el combate contra esos flagelos, fortalecer el trabajo educativo desde las familias, las escuelas y las instituciones, así como perfeccionar los mecanismos de control popular para gestionar el cumplimiento de las funciones y responsabilidades de los dirigentes.
Subrayó que «debe existir tolerancia cero a quienes se aprovechen de las dificultades económicas para enriquecerse sin aportar».
Aseguró que “si una pequeña nación que ha enfrentado con coraje admirable al mayor y más poderoso imperio de la historia, no se dejará vencer con la delincuencia”.
Indicó que ante la compleja situación de la isla, la unidad y el compromiso con la Revolución son el arma principal para resistir y vencer.
Díaz-Canel reiteró que “Cuba vive, trabaja, resiste y crea bajo las bombas silenciosas de una guerra que tiene como objetivo principal la actividad económica”.
El objetivo, precisó, es rendir por hambre y necesidades al pueblo bajo el peso de la política criminal estadounidense que fue delineada a grandes rasgos en el famoso memorando de Mallory en 1960 y que en estas seis décadas solo ha escalado en agresividad.
Reconoció la responsabilidad del “Estado y del gobierno para afrontar esta gravísima contingencia del modo más creativo”, a la vez que afirmó que la dirección del país no descansa en función de sortear la guerra económica que tan duramente impacta en la calidad de vida del pueblo.
La Revolución −manifestó el presidente cubano− “está siendo duramente desafiada a revolucionarse y lo está haciendo. Lo estamos haciendo juntos, en equipo, porque no es posible otra fórmula”.
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