La masacre de 18 civiles fue perpetrada casi en la madrugada del viernes cuando los atacantes violaron el toque de queda vigente, invadieron la aldea, situada en el estado de Benue, y fueron casa por casa conminando a los residentes a congregarse en un descampado para imponerlos de una información y los acribillaron con sus fusiles de asalto.
La inesperada aparición de los desconocidos, según todos los indicios miembros de una de las bandas armadas de delincuentes que operan en el norte y el centro de Nigeria, y la prontitud con que se retiraron, impidieron la intervención del Ejército, según los reportes en la prensa.
Además de las acciones de las pandillas de delincuentes comunes, calificadas de “enemigos de la humanidad” por el expresidente nigeriano Muhammadu Buhari, quien prometió erradicarlas sin lograrlo, Nigeria sufre los ataques del grupo islamista Boko Haram, leal a Estado Islámico, cuyo cuartel general radica en el estado nororiental de Borno.
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