Por Michel Dalí, enviado especial
El impacto visual del pebetero enmudeció a los espectadores. Se trata de un anillo de llamas de siete metros de diámetro y un globo aerostático de 30 metros de altura. La pregunta es cómo podrá mantenerse en el aire en un mismo lugar con el fuego olímpico, durante 17 días.
Otra nota bastante emotiva fue la actuación de la franco-canadiense Céline Dion, con una interpretación magistral de El himno del amor, emblema de Edith Piaf, en un regreso inesperado a los escenarios que debió abandonar en 2020 ante el padecimiento de un rara enfermedad.
La multipremiada cantante, célebre por melodías como My heart go on que marcó la película Titanic o The beauty and the beast, volvió a lucirse con registros que recordaron los mejores momentos de su carrera.
A sus 56 años, sufre espasmos por el Síndrome de la Persona Rígida (SPR), sin cura conocida hasta el momento, como mostró en el documental “Je suis: Céline Dion”, con el abandono de su carrera hace una horas en París 2024.
Pese a la inclemencia del tiempo, la fascinación por la escenografía dinámica, variada y profusa del espectáculo, se impuso en paralelo al hecho de celebrarse por primera vez en la historia un evento de inicio de unos Juegos Olímpicos fuera de un estadio.
El Sena superó las expectativas y uno de sus últimos pasajes, después de ver desfilar en barcos a delegaciones de 206 países y un equipo de Refugiados, un corcel metálico corriendo por encima de las aguas del embalse para luego convertirse en real e ingresar bajo la Torre Eiffel, resultó bastante especial.
Intentaba resumir sentimientos de 124 años de Juegos Olímpicos desde las idea promovida por el Barón Pierre de Coubertin, después de un derroche en el mejor sentido de una ciudad detenida Teatro, Museo, Literatura, Danza, Opera, Cine, una simbiosis de géneros musicales.
No fueron simples guiños, sino la síntesis de la cultura francesa, con los fantasmas de Victor Hugo, Moliére, Balzac, Ravel, Berliotz, el ballet, la danza moderna, los videojuegos, Charles Aznavour o Edith Piaf, entre muchos.
Empero, los Juegos Olímpicos no viven de ceremonias y emociones de plasticidad, sino de la competitividad, el enfrentamiento, el choque y la lucha por la victoria, los récords y las medallas.
De este lenguaje puramente deportivo, ya se hablará bastante este sábado, con el inicio del torneo de natación en La Defensa Arena, en la periferia parisina.
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