Las actividades comenzaron con el Te Deum tradicional, en la Plaza de Armas, en la catedral de Lima, a la que llegó a pie desde el Palacio de Gobierno, ubicado en la misma plaza, en la que solo había militares, policías y funcionarios, pues había sido despejada por la Policía.
Tras la homilía del arzobispo católico limeño, monseñor Carlos Castillo, con un fuerte mensaje de crítica social, la segunda actividad fue el prolongado mensaje ante una sesión solemne del Congreso, al que solo asistieron como espectadores funcionarios y familiares de la presidenta, ministros, otros invitados y periodistas.
El trayecto de poco más de tres cuadras entre la sede presidencial y el Palacio Legislativo, lo hizo en automóvil, con decenas de escoltas delante y detrás de a caravana que integraban los ministros.
El camino estaba también desiertos de civiles y al borde de las aceras, miembros de las Fuerzas Armadas formaban una muralla humana, codo a codo y mirando al frente, y tras ellos corrían en la acera más escoltas vestidos de paisano, al ritmo del desplazamiento de la caravana presidencial.
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