Este es un nuevo procedimiento de sufragio en Internet adoptado por la organización la semana pasada y Harris cuenta con el apoyo abrumador de los principales líderes demócratas y la mayoría de las delegaciones que asistirán a la reunión del 19 al 22 de agosto en Chicago, a menos de 10 días del inicio de su campaña tras la salida del presidente Joe Biden.
Según las reglas del partido, un candidato puede competir por la nominación si presenta una declaración notariada de candidatura y cumple con los requisitos legales para ser presidente y además logró las firmas electrónicas de al menos 300 delegados.
De acuerdo con los datos, un total de tres mil 923 delegados apoyaron la nominación de Harris (mil 976 era el mínimo para asegurar la posición).
Se espera que antes del 7 de agosto ella anuncie a su compañero de fórmula. Las especulaciones se reducen cada vez más a dos nombres: Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania (un estado clave este año), y Mark Kelly, senador por Arizona.
Encuestas recientes señalan que casi ocho de cada 10 demócratas se sienten satisfechos con la exfiscal general de California y exsenadora como la candidata presidencial.
Harris, de 59 años, abrió con buen pie este nuevo reto que la enfrentaría al republicano Donald Trump, de 78, lo que podría convertirse en una de las campañas más abrasadoras quizás en la historia electoral de Estados Unidos, teniendo en cuenta las características del exmandatario, conocido por su retórica misógina y cargada de racismo. El senador Lindsey Graham, de Carolina del Sur, advirtió no hace mucho que debían estar preparados para una carrera completamente diferente si Harris, a quien describió como una candidata vigorosa, obtuviera la nominación.
Para el legislador era fundamental evitar que Trump cayera en arremetidas contra Harris que pudieran perjudicar su carrera electoral.
Ayer Trump participó en la convención de la Asociación Nacional de Periodistas Negros en Chicago y sacó parte de la oreja peluda cuando atacó a su oponente con comentarios fuera de lugar sobre su herencia racial, lo que provocó la reacción inmediata de la Casa Blanca, su campaña, miembros del Congreso y de sus simpatizantes.
En una campaña que se pone al rojo vivo, la vicepresidenta obtiene avances en la ampliación y motivación de las bases en particular entre jóvenes, negros y latinos, incluso entre los indecisos que aspiran a otra generación de líderes.
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