Un comunicado de la Oficina del primer ministro divulgado el domingo pasado reveló que la solución de problemas estructurales económicos de larga data en el país como la deuda, inflación y desempleo son algunos de los objetivos de las reformas al sector impulsadas durante los últimos seis años.
Recordó el texto que, tras el cambio político de 2018, heredaron otros desafíos como la baja productividad y competitividad del sector, el mal desempeño de los proyectos de desarrollo y la mala gestión de los recursos.
Precisó que la primera fase del programa lanzada en el año fiscal 2019 incluyó numerosas ideas de políticas que iban desde macrofinancieras hasta estructurales y sectoriales.
Con esa estrategia, Etiopía logró resultados significativos al mejorar la capacidad gubernamental para recaudar ingresos fiscales, ampliación de las fuentes de ingresos, aumento de la capacidad de producción interna, creación de oportunidades de empleo, entre otros.
Por otra parte, la segunda fase busca establecer un marco de política macroeconómica moderno y sólido que apoye y garantice la estabilidad, la resiliencia y la sostenibilidad.
De igual manera, transformar el entorno de inversión y comercio para impulsar la competitividad y oportunidades que promuevan y mejoren la innovación y el espíritu empresarial, así como la expansión de la capacidad productiva aumentando la inversión y desbloqueando los potenciales de crecimiento económico.
Adoptarán las medidas necesarias para proteger a los miembros vulnerables de la sociedad de los impactos negativos a corto plazo de la estrategia y fortalecerán los programas de redes de seguridad social. Los empleados gubernamentales de bajos ingresos recibirán los subsidios salariales necesarios.
Un día después del comunicado, el Banco Nacional de Etiopía (NBE) anunció una reforma al sistema cambiario, con efecto inmediato, basada en el mercado y para abordar una distorsión de larga data dentro de la economía del país.
Los cambios vigentes permiten a los bancos comprar y vender divisas de/a sus clientes y entre ellos a tipos libremente negociados, y con el NBE sólo realizarán intervenciones limitadas para apoyar el mercado en sus inicios y si las condiciones desordenadas lo justifican.
“Si bien dicha reforma se retrasó hasta ahora debido a una combinación de factores externos e internos, el inicio de un nuevo año presupuestario y el exitoso nuevo compromiso con socios externos claves brindan una ventana de oportunidad para embarcarse en esta reforma del tipo de cambio”, subrayó el texto.
Reconoció que el sistema cambiario prevaleciente, aunque inicialmente destinado a ayudar a garantizar un tipo de cambio estable y una inflación baja, trajo consigo el surgimiento de un mercado paralelo no anclado junto con un alza en los precios de bienes y servicios.
Asimismo, dio lugar a exportaciones de contrabando a gran escala de los recursos del país y desvió los ingresos en divisas tanto del sistema bancario formal como de la economía nacional, que benefició de manera ilegal a unos pocos actores e intermediarios a expensas de los sectores productivos que enfrentan una escasez crónica y aguda de divisas.
Ante las inquietudes de los parlamentarios sobre las reformas económicas en curso, el ministro de Finanzas Ahmed Shide destacó el miércoles pasado el progreso de Etiopía en los últimos seis años con la implementación de la primera fase del programa.
Señaló que, a pesar de enfrentar numerosos desafíos como la pandemia de Covid-19, el conflicto actual en las regiones en el norte del país y la sequía, lograron avances significativos en el crecimiento del sector a través de esas modificaciones.
Precisó que la segunda fase de la reforma económica es parte del compromiso continuo del gobierno para completar modificaciones macroeconómicas esenciales. La actual etapa busca combatir la inflación, aliviar la carga de la deuda y desbloquear un mayor potencial económico, aseveró.
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