Por Julio César Mejías, enviado especial
Riner provocó el delirio en las gradas y aledaños del estadio, cuando con impecable técnica proyectó contra el tatami al surcoreano Kim Minjong faltando apenas 16 segundos del tiempo reglamentario de combate y evitar irse al añadido o regla de oro.
La afición desató todas las emociones contenidas durante siete jornadas en espera del primer título individual para Francia en estos Juegos, pues los anfitriones sumaron hasta ese momento dos plateadas y seis bronceadas, por tres doradas para Japón y par de ellas para Azerbaiyán, únicas naciones con más de un cetro.
Pero el gigante nacido en la caribeña Guadalupe (2,03 m de estatura) resolvió sin necesidad de extender el combate y volver así a lo más alto del podio, tras quedar en bronce en Tokio 2020, aunque en la modalidad de equipo mixto sí consiguieron el metal áureo.
Entonces no pudo igualar la hazaña del japonés Tadahiro Nomura —oro en Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004 en la división de 60 kg—, pero de todas formas es el judoca más laureado con seis preseas en total (cuatro doradas y dos bronceadas), sin olvidar sus 12 metales en Mundiales (11 coronas y un subtítulo).
A partir de ahora cada medalla que el coloso francés agregue a su palmarés, lo ratifica como el más exitoso de la historia de la disciplina, pues nadie duda de su sitio en el Olimpo del judo.
Así lo calificó sin ambages, su compañera en el encendido del pebetero de los terceros Juegos Olímpicos acogidos por la Ciudad de las luces segadoras, la velocista Marie José Pérec. ¡Qué grandes ambos!
El cierre de este deporte en París 2024 podría ser el soñado por todo atleta en la más que probable última gran competencia: la lid por equipos mixtos en los predios dominados por la Torre Eiffel.
El “¡Allez Les Bleus!” prosigue.
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