De estos fenómenos es el de San Miguel (Chaparrastique), ubicado en el departamento homónimo, en el oriente del país, el más peligroso y por tanto permanece en constante monitoreo.
Al San Miguel le siguen los volcanes de Santa Ana e Izalco (Sonsonate), el de San Salvador, la caldera del lago de Ilopango, la caldera Agua Shuca, el volcán Conchagüita (La Unión), el de San Vicente, el de Tecapa y El Hoyón, como los otros activos más peligrosos.
La coordinadora de vulcanología del MARN, Jacqueline Rivera, explicó que esas montañas presentan características peculiares como el de San Vicente que tiene dos picos, el de Conchagüita, que tiene dos cráteres en la cumbre, y el complejo de San Salvador, que reúne varios volcanes, entre ellos El Boquerón.
Señaló la experta que para determinar si un volcán está activo se monitorean su actividad sísmica, la presencia de fumarolas y las temperaturas anómalas.
Según los registros del MARN, el volcán Chaparrastique (San Miguel) es el que tiene la mayor actividad volcánica, emisión de cenizas y presencia de sismos.
La experta remarca que El Salvador tiene un suelo en el cual casi el 99 por ciento de su composición es material volcánico y «no podemos ignorar que vivimos en un país en donde pueden ocurrir una erupción volcánica, un sismo y un huracán al mismo tiempo», dijo.
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