Desde su inicio a principios de mes, los choques callejeros con la Policía causaron la muerte de más de dos docenas de manifestantes, además de cientos de detenidos, según reportes imprecisos.
El presidente nigeriano, Bola Tinubu, suplicó la suspensión de las protestas, pero su ruego fue desoído por los organizadores que bautizaron las marchas “días de la ira” y aclararon que están dirigidas contra la “peor crisis por el costo de la vida jamás experimentada por Nigeria”.
La situación económica nigeriana comenzó a depauperarse tan pronto el presidente Tinubu asumió el cargo y decretó la suspensión de las subvenciones a los combustibles como parte de un plan gubernamental para equilibrar las finanzas nacionales.
Otros elementos combustibles en la explosión popular son la corrupción administrativa, calificada de galopante, la mala gobernanza y los desmesurados salarios de los altos funcionarios públicos en contraste con los elevados niveles de pobreza y hambre en la población.
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