En su mensaje enviado a la ceremonia por el 79 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en esta ciudad, el alto representante aseguró que el riesgo de este armamento ha aparecido una vez más en la retórica cotidiana de las relaciones internacionales.
“La lección es que cualquier uso de un arma nuclear tendrá consecuencias humanitarias catastróficas”, agregó al señalar su eliminación completa como la única manera de terminar con las amenazas que plantean.
De acuerdo con Guterres, el uso de armas nucleares es inaceptable en particular cuando el planeta enfrenta tensiones solo comparables con el período de la Guerra Fría.
“Desde el año pasado, la desconfianza y la división mundial sólo se han profundizado. Demasiadas personas son ciegas ante el hecho de que tuvimos suerte de terminar la Guerra Fría sin una guerra nuclear”, remarcó en su discurso pronunciado Izumi Nakamitsu, alta representante de la ONU para Asuntos de Desarme.
Guterres insistió en la necesidad de la unidad global para condenar este comportamiento inaceptable así como para que el desarme sea una realidad.
En ese sentido, reconoció los aportes de la población de Hiroshima, en particular los hibakusha –sobrevivientes de la bomba atómica- para garantizar que nunca más se utilicen armas nucleares.
“Su dedicación es verdaderamente inspiradora y guía nuestros propios esfuerzos en las Naciones Unidas para mantener vivas las lecciones de 1945”, reconoció.
Las bombas atómicas lanzadas 6 y el 9 de agosto de 1945 sobre las poblaciones civiles de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, convirtieron a Japón en la única nación que ha sufrido ataques de esta magnitud.
Aproximadamente 66 mil personas perdieron la vida en Hiroshima al instante de la explosión, mientras en Nagasaki se calculan 70 mil fallecidos al momento; pero en ambos casos cientos de miles de pobladores (la mayoría mujeres y niños) murieron después a consecuencia de la radiación.
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