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lunes 12 de agosto de 2024
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Homenaje a comandante salvadoreño Feliciano

San Salvador, 12 ago (Prensa Latina) Allí en Guazapa Sur, un lugar marcado para la historia de El Salvador, se efectuó un homenaje a los combatientes de la guerrilla que dieron su vida para que hoy el pueblo escribiera su historia.

Hombres que tuvieron su desempeño en la lucha se encontraron este sábado para rendir tributo a los caídos, no faltó un nombre o un seudónimo para recordar a cada uno de los participantes en la guerra que abrió una senda de esperanza al país.

En el homenaje los participantes recibieron el libro “Comandante Feliciano Una historia de amor y revolución”, del escritor y periodista cubano Raimundo López Medina, quien se desempeñó años atrás como corresponsal de Prensa Latina en El Salvador.

Los que asistieron a esta cita con la historia fueron obsequiado con un ejemplar que narra la historia del joven Tomás Roberto García Vargas, (Comandante Feliciano), un guerrillero salvadoreño con sangre cubana.

Hijo de Roberto García, coronel del Ministerio de Interior de Cuba, “Feliciano”, fue la encarnación del espíritu de lucha de la juventud salvadoreña y ahora muchos conocerán todo lo que logró hacer antes de su caída hace poco más de 45 años con apenas 23 años.

Un joven salvadoreño que decide no quedarse ajeno ante la situación por la que atravesaba su país y decide luchar contra esos males. Se entrega a la lucha por una patria mejor, joven estudioso, alegre, buen deportista, quien con apenas veintidós años es asesinado junto a su madre y hermano menor en el municipio Mejicanos luego de resistir en desigual combate.

Apenas vivió lo suficiente para que los hechos de su vida lo envolvieran en la leyenda de los héroes: 22 años, o casi 23, y lo pusieran a salvo del olvido, la muerte más triste para quienes lo sacrificaron todo por amor al prójimo, según reseña el autor del libro.

El primer párrafo es también el inicio del libro que escribí tras una intensa investigación con familiares, amigos, compañeros de lucha y la mujer que amó. Le puse por nombre Comandante Feliciano: una historia de amor y revolución. Fue exacto, porque así fue su vida, puntualizó López.

Feliciano sorprende por todo cuando hizo en tan poco tiempo: buen estudiante y graduado de agronomía, campeón nacional y centroamericano de esgrima, subcampeón nacional de ajedrez, pianista concertista, y todo ese promisorio futuro lo puso a un lado para consagrarse a sus ideales y hacerlo con tanta inteligencia, audacia, que a los 22 años recibió una importante responsabilidad en la guerrilla.

Los veteranos de hoy no se olvidan de la obra del hijo Ada Rosario, salvadoreña, y de Roberto, cubano, que se encontraron en 1957 en el poblado de Guazapa, en uno de los cerros próximos a la capital, y nació entre ambos un amor a primera vista cuyo fruto fue Tomás.

Publicada en El Salvador, la obra escrita por López Medina pronto podría llegar a los lectores cubanos como muestra de la cercanía de ambos pueblos y homenaje a ambos revolucionarios, padre e hijo.

mem/lb

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