Así lo reveló un estudio de la Fundación Pachamama y del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) basado en tres historias de las comunidades shuar, sapara y kichwa, que utilizan sus conocimientos tradicionales para resistir presiones externas y ofrecer soluciones a las problemáticas actuales.
Cristina Melo, de la fundación Pachamama, comentó a periodistas que el objetivo de la investigación es visibilizar las amenazas de esas tres comunidades y dijo que en sus visitas a las zonas constató las amenazas que enfrentan por políticas estatales contradictorias.
En su opinión, las normativas vigentes promueven la protección del medio ambiente, pero también favorecen el extractivismo en la región amazónica, de gran biodiversidad.
Por ejemplo, la comuna kichwa Sani Isla, en la provincia de Orellana, enfrenta problemas para el acceso al agua potable y a pesar de ese desafío implementan proyectos como Sani Lodge y Sani Warmi, enfocados en el turismo comunitario y en la elaboración de productos alimenticios y artesanías.
Por su parte, la comunidad Llanchamacocha, en la provincia de Pastaza, lucha contra problemas de seguridad alimentaria y la posible pérdida de su cultura y lengua, mientras el centro Shuar Kiim, ubicado en Zamora Chinchipe, combate los efectos de la minería en el río Yacuambi.
Melo agregó que la presencia del crimen organizado en esos territorios complejizan mucho más la dinámica social de los habitantes.
Esteban Falconí, de WWF, señaló que proteger esos territorios es aportar a objetivos globales y climáticos de conservación, pero afirmó que se requiere una respuesta interinstitucional por parte del Estado para apoyar a los habitantes.
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