El envío de tropas que se interpusieron entre los beligerantes restableció la calma que prevalece hoy en la zona sin necesidad de intervención activa.
Las mismas fuentes aseguran que los combates con armas de fuego y aperos de labranza fueron iniciados por jóvenes de ambas comunidades.
El detonante de los mortíferos choques fue una venganza por la muerte violenta en mayo pasado de un hombre y su esposa, ambos de la etnia akok, por causas desconocidas, según relatos desde la zona llegados a esta capital.
Con frecuencia miembros de las dos comunidades escenifican choques armados con saldo de muertos y heridos en sus enfrentamientos por el control de las aguas y las zonas de pastoreo.
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