A juicio de la enviada, el statu quo no es sostenible en medio de decisiones unilaterales que comprometen la seguridad así como la economía de la nación africana.
Libia permanece dividida entre el oeste del país, controlado por el reconocido internacionalmente Gobierno de Unidad Nacional (GUN) de Abdelhamid Dbebiba; y el este dominado por el Gobierno de Estabilidad Nacional, tutelado por el mariscal Jalifa Haftar.
Las milicias que emergieron durante más de una década de conflicto, desde el derrocamiento y asesinato de Muamar Gadafi, integran en la actualidad los aparatos de seguridad que protagonizan a menudo choques por el control territorial.
“A falta de nuevas conversaciones que conduzcan a un gobierno unificado y a elecciones, se ve hacia dónde se dirige esto: mayor inestabilidad política, financiera y de seguridad, divisiones territoriales arraigadas y mayor inestabilidad interna y regional”, dijo al respecto Koury.
La enviada reconoció no obstante los esfuerzos de los libios y el compromiso revivido de partidos, sindicatos, la sociedad civil, figuras independientes y otros para coordinar y avanzar en un proceso político.
Al mismo tiempo, ratificó el compromiso de la Misión de Naciones Unidas en el país para acompañar el fomento de la confianza para prevenir las acciones unilaterales y crear un entorno propicio para reanudar el camino del diálogo.
Por su parte, el representante permanente libio ante la ONU, Taher Al-Sunni, rechazó la inactividad del Consejo de Seguridad para encontrara soluciones prácticas para su país.
El diplomático exigió respaldo a unas elecciones libres, transparentes e inclusivas, así como para una hoja de ruta para el proceso político.
«La comunidad internacional nunca ha permitido que el pueblo libio tome las riendas del proceso que realmente determinará su destino», dijo.
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