Al visitar el capitalino Centro de Operaciones Espaciales Principal (COPE-P) de Telebras, una sociedad de economía mixta de capital abierto, la cual proporciona soluciones de conexión, el mandatario señaló que «hay cosas que tienen que ser, inexorablemente, del Estado. Es así en Alemania, en Francia, en Estados Unidos».
Indicó que muchas personas en el país se contagian con la teoría de abrir el mercado para todo el mundo, que lo importante es el libre acceso al comercio.
Llamó a «tener el mínimo de brío, de orgullo de ser brasileño y pensar un poco en este país, en lo que el Estado puede ofrecer para el bienestar de la sociedad, para la soberanía de la sociedad».
Refirió que, en una empresa como Telebras, resulta una garantía de que podamos discutir la inteligencia artificial «sin tener que estar subordinado a solo dos o tres naciones, que ya están en la delantera».
Citó a otras compañías víctimas de la saña de privatizar, como Petrobras (petrolera) y Eletrobras (electricidad).
«Vivimos momentos en Brasil de muchos sueños y esperanzas. Después, vivimos momentos de mucha incertidumbre, en que todo lo que era bueno tenía que ser privatizado, tenía que venir del tenía que venir del extranjero», refirió.
Recordó que muchas veces intentaron desnacionalizar a Petrobras, orgullo del país y «una de las empresas más extraordinarias, que se hizo en 1953 por el presidente Getúlio Vargas».
Cuando hay dificultad para privatizar, razonó, «van vendiendo activos separados e intentan separar el cuerpo. Vendo un brazo, una pierna, una oreja, los dientes… Es decir, cuando vuelves, te das cuenta de que la empresa está desmontada y no está cumpliendo su papel».
Puso como ejemplo lo que se hizo con Eletrobras y «ahora, más reciente, hemos visto la privatización de Sabesp (mayor empresa de saneamiento de Brasil)».
Para Lula, en el caso de Correos y Telebras, se llegó al colmo de la ignorancia, pues estas dos compañías estaban prácticamente prohibidas de vender servicio al Estado.
«No podrían ofrecer servicios al Estado, aunque ofrecieran servicio más barato. Es decir, la ignorancia elevada a la séptima potencia. Un Estado que no se respeta. Un Gobierno que no tiene visión de Estado. Gente que no piensa en Brasil», reprochó el líder progresista.
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