Los casos de menores ultimados de ese modo incluyen el ocurrido el 24 de agosto en la localidad suroriental de Batán, provincia de Limón, donde uno de 11 años fue baleado al intentar defender de los tiradores a su madre embarazada, quien también pereció en la acción, añadió la fuente.
A los criminales no les importa la edad ni el sexo, aseguró el coordinador de la carrera de Ciencias Criminológicas de la Universidad Estatal a Distancia Rodrigo Campos.
“La criminalidad y la violencia –subrayó el experto- nunca tuvieron fronteras, ni respetado clases sociales, sexo, ni edades. Pero deberían existir instituciones sociales de ayuda ante estas situaciones, y espacios seguros para proteger el correcto desarrollo de los menores”.
Según Campos, tanto los niños involucrados directamente en el crimen por delitos como el narcotráfico, como los asesinados de manera colateral, “en algún momento fueron víctimas, porque un menor que se vincula a estas organizaciones previamente sufrió de abandono”.
Por su parte, el director del Hospital Nacional de Niños, Carlos Jiménez, declaró a Extra Radio que algunos de los seis niños atendidos hace poco en ese centro médico por heridas de arma de fuego reconocieron tener acceso a ese tipo de medios letales.
Medios de prensa aseguran que Costa Rica vive una escalada de homicidios que ya acumula unas 600 muertes en lo que va de 2024.
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