De acuerdo con las estadísticas mundiales correspondientes al pasado año, más de cuatro mil personas murieron en ese periodo a causa de una enfermedad que se puede prevenir y tratar fácilmente.
Reportaron casos 45 países, lo cual supone un aumento respecto de los 44 del año anterior y los 35 de 2021, en tanto 38 por ciento de los notificados se dieron en niños menores de cinco años.
Se trata de una infección intestinal aguda que se transmite a través de alimentos y agua contaminados, por lo que las comunidades con acceso limitado al saneamiento son las más afectadas.
Los conflictos, el cambio climático, la falta de agua potable y saneamiento, la pobreza, el subdesarrollo y el desplazamiento de la población debido a conflictos emergentes y reemergentes, y desastres provocados por peligros naturales contribuyeron al aumento de los brotes de cólera en el calendario anterior.
Con respecto a 2022, en 2023 disminuyeron un 32 por ciento los casos notificados en Oriente Medio y Asia, y en contraste aumentaron 125 puntos porcentuales en África.
Muchos países africanos comunicaron una alta proporción de muertes en la comunidad, lo que indica deficiencias en el acceso al tratamiento.
Afganistán, la República Democrática del Congo, Malawi y Somalia continuaron notificando grandes brotes de más de 10 mil casos sospechosos o confirmados, y Etiopía, Haití, Mozambique y Zimbabwe se sumaron al recuento en 2023.
Los datos preliminares muestran que la crisis mundial del cólera sigue en 2024, con 22 países que actualmente comunican brotes activos.
Aunque el número de casos informados en lo que va de 2024 es menor en comparación con el mismo periodo del año pasado, hasta el 22 de agosto ya se habían notificado a la OMS 342 mil 800 casos y dos mil 400 muertes en todos los continentes.
A pesar de las bajas reservas de vacuna oral contra el cólera, el año pasado se entregaron 35 millones de dosis, una cifra récord, con la estrategia de una sola dosis en vigor.
Los expertos alertan que si bien la vacunación es una herramienta importante, el agua potable, el saneamiento y la higiene siguen siendo las únicas soluciones sostenibles y a largo plazo para poner fin a los brotes de cólera y prevenir los futuros.
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