Desde Mali, en el oeste, hasta la República Democrática del Congo, en el este, la región enfrenta desplazamientos, conflictos y ataques contra centros educativos que elevan aún más la cifra de alumnos fuera de las aulas.
Una reciente evaluación de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios confirmó un ligero aumento en el número de escuelas cerradas de marzo a junio, en comparación con trimestre anterior.
A la par, el número de desplazados internos y refugiados también muestran un incremento e influye aún más en la presión sobre los servicios.
Apenas una cuarta parte de los niños en las zonas afectadas tuvieron acceso a la educación en el último período examinado, en comparación con uno de cada dos a principios de año, un contexto agravado por la enorme falta de financiación para la respuesta humanitaria.
La última evaluación del contexto mostró además una situación humanitaria volátil en esa área geográfica.
Según OCHA, los incidentes de seguridad contra la educación aumentaron un sorprendente 103 por ciento entre marzo y junio, en comparación con el comienzo del año.
La ONU incluyó el pasado año a la República Democrática del Congo y a Nigeria entre las naciones más impactadas por los ataques contra los niños, un desafío en aumento a nivel global.
Otros territorios como Sudán, Somalia o Palestina también acumulan altas cifras de violaciones graves verificadas contra la infancia durante 2023.
La mitad de las violaciones registradas ese año fueron cometidas por grupos armados no estatales, entre ellos los calificados de terroristas por las Naciones Unidas.
En tanto, las fuerzas gubernamentales y otros autores no identificados, como minas terrestres y artefactos explosivos improvisados, fueron responsables de la otra mitad.
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