La propuesta persigue aumentar el ingreso, en medio del déficit presupuestario del país y subvencionar programas sociales de amplio beneficio popular, apoyar la reactivación económica y honrar los compromisos de deuda adquiridos que crecieron notablemente durante la pandemia de Covid-19.
Según afirmó recientemente Bonilla, la idea es que los superricos, quienes ganan más de 120 millones de pesos mensuales, o sea unos 30 mil dólares, aporten más.
Es por esto que el proyecto propone un incremento en la tarifa nominal y marginal del impuesto de renta para aquellos con ingresos anuales superiores a mil 500 millones de pesos (cerca de 375 mil dólares al cambio actual) de un 39 hasta el 41 por ciento.
También incluye una reducción en la tasa nominal del impuesto de renta corporativo para pequeñas y medianas empresas, con un descenso progresivo hasta el 27 por ciento para los microempresarios.
Aún cuando no se presentaba ante el órgano legislativo, el presidente del Senado, Efraín Cepeda, manifestó en público que tenía ya los votos suficientes para hundir la iniciativa.
Ante esto, el presidente de la nación Gustavo Petro afirmó que la reforma podría entonces aprobarse por decreto.
Según reiteró, la ley de financiamiento no aumenta impuesto ni a las personas naturales, excepto a los superricos y, en cambio, le baja el gravamen de renta a todas las empresas de menos a las extractivas fósiles.
“Parece que el presupuesto como dice la Constitución y la ley, saldrá por decreto”, sentenció entonces en su red social X.
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