En declaraciones a una radio local, el mandatario urgió aprovechar el momento para que “los europeos y el mundo desarrollado” tomen conciencia de asistir a todas las naciones de Suramérica que comparten la selva en el cuidado de las poblaciones amazónicas.
“Debajo de cada copa de árbol vive una persona y hay que entender la preservación de la selva como una forma de vida”, defendió Lula, al abogar por actuar de forma responsable porque está en juego la supervivencia de la humanidad.
El dignatario también comentó sobre sus planes de enviar al Congreso una propuesta para establecer el Estatuto Jurídico de Emergencias Climáticas y así acelerar políticas públicas de enfrentamiento a los eventos extremos.
Brasil afronta un escenario muy complejo que expertos vinculan directamente con el cambio climático. También tiene el 76 por ciento de las áreas dañadas por los fuegos en Sudamérica, este año perdió 6,7 millones de hectáreas en la Amazonía por esa causa y registra en la actualidad más de cinco mil focos activos.
El agua del Amazonas descendió a niveles alarmantes en medio de la peor sequía que impacta a los afluentes de dicho río, perjudica al 59 por ciento del país desde el norte hasta el sureste e incide en una caída drástica de los niveles de humedad relativa del aire, solo comparable con los del desierto del Sahara.
Según las autoridades medioambientales, más de mil 900 kilómetros del torrente y del principal tributario, el río Madeira, experimentan descensos cada vez más drásticos y esta tendencia puede persistir al menos hasta octubre, cuando debe comenzar las lluvias.
El fenómeno exacerba, asimismo, los problemas de seguridad alimentaria y de navegación para las comunidades que solo son accesibles por vía fluvial, como la localidad indígena de Fidadelfia.
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