Citados por el portal noticioso Al Quds, los expertos señalaron que la política estadounidense hacia su principal aliado en Oriente Medio no cambiará sea quien sea el próximo presidente: la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump.
Ni el Gobierno de Biden ni el Congreso tienen voluntad política real para detener la conflagración, estimó Hussein Al-Deek, investigador de asuntos sobre ese país norteño.
Las discrepancias entre ambos aliados no son sobre el objetivo del conflicto, sino más bien sobre tácticas, ya que Washington quiere poner fin a la crisis de los detenidos, mientras que el primer ministro Benjamin Netanyahu busca continuar la presión militar debido a las tensiones partidistas internas, subrayó.
Al-Deek señaló que la administración Biden, que se acerca al final de su mandato, es incapaz de tomar medidas efectivas o firmes contra Netanyahu.
Si Harris gana en los comicios de noviembre, la política estadounidense hacia ese país levantino no presenciará cambios importantes, si triunfa Trump “puede representar una oportunidad de oro para que Israel obtenga un apoyo sin precedentes”, advirtió.
Por su parte, el escritor y analista político Muhammad Manasra afirmó que Estados Unidos es el mayor desafío que enfrentan los pueblos del mundo, en especial el palestino.
Manasra denunció que la Casa Blanca es socio y patrocinador de los crímenes cometidos en la Franja y por tanto no está calificada para mediar en las conversaciones para un alto el fuego.
Al respecto, criticó a aquellos que hablan de desacuerdos entre ambos países sobre el conflicto.
“Estados Unidos puede detener la guerra y el genocidio, pero se niega a hacerlo”, subrayó.
En similar sentido se pronunció Saad Nimr, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Birzeit.
Biden atraviesa un estado de extrema debilidad y Netanyahu, que es consciente del tema, se aprovecha para posponer el fin de la guerra, aseguró.
Según Nimr, Netanyahu apuesta por la victoria de Trump, quien durante su mandato fue un firme defensor de Israel, y en ese sentido trasladó la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, lo cual fue muy cuestionado.
El escritor Talal Okal consideró que las vacilaciones y reticencias de Washington a detener la guerra reflejan la asociación de ambos países.
Biden busca un equilibrio entre no enojar al “lobby sionista” por un lado, y por el otro, complacer a quienes se solidarizan con la causa palestina, apuntó.
El experto Abdel Majeed Sweilem aseguró que las vacilaciones mostradas por la administración estadounidense respecto al conflicto están relacionadas con la visión de Estados Unidos y no solo por debilidad política.
Según Sweilem, Biden evita presionar por un alto el fuego porque eso podría hacer parecer que Israel no logró sus objetivos en la guerra.
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