Una notificación roja de Interpol, solicitada por Filipinas, a fin de alertar a agencias policiales del mundo sobre personas consideradas fugitivas, permitieron a las autoridades de EAU identificarlo en Dubái y proceder al arresto, para luego escoltarlo a Manila.
Entre quienes acudieron a recibir al sospechoso, conocido con el apelativo de Teddy Mejía, se encontraba el secretario del Interior filipino, Benhur Abalos, quien lo calificó de notorio y despiadado traficante de menores a gran escala, además de una persona despreciable.
De acuerdo con el funcionario, el sospechoso y su banda atraían a niñas de entre nueve y 11 años de edad y les ofrecían dinero a cambio de fotografiar sus rostros, luego manipulaban las imágenes para que aparecieran con el cuerpo desnudo y las utilizaban para chantajear a las víctimas.
Estas fotografías y otras más comprometedoras se vendían en internet a clientes extranjeros, incluidas algunas en las que los menores eran violados por cómplices de Mejía, de lo que existen además videos comercializados por ellos.
Más de 100 niños sufrieron estas transgresiones y, según el jefe de la Policía Nacional de Filipinas, general Rommel Francisco Marbil, algunas de las víctimas llegaron a estar tan abatidas que se suicidaron.
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