Según las estadísticas citadas en medios digitales, a 14 por ciento descendió en 2024 el porcentaje de estudiantes negros matriculados en la Universidad de Harvard (Massachusetts) tras la anulación de la sentencia.
La decisión también tuvo un negativo impacto en la Universidad de Brown, el Instituto de Tecnología de Massachusetts y la Universidad de Massachusetts en Amherst, que informaron un número menor de ingresos de jóvenes de la comunidad afroamericana.
Después de la anulación del veredicto, la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color pidió a más de mil 500 universidades de Estados Unidos igualar las condiciones de admisión para todos los educandos.
La organización se sumó entonces a una demanda de derechos civiles que fue interpuesta por el Lawyers for Civil Rights en nombre de grupos de la comunidad negra y latina de Nueva Inglaterra.
La queja alegó que el sistema de admisiones de la Universidad de Harvard violaba la Ley de Derechos Civiles.
Los demandantes se opusieron a la práctica de las admisiones heredadas por discriminar “a los estudiantes de color al favorecer injustamente a los hijos de antiguos alumnos, en su mayoría blancos”.
Esa denuncia fue presentada en un contexto de malestar exacerbado por la disposición del Supremo de cancelar la “acción afirmativa” en el otorgamiento de los cupos universitarios.
La corte consideró que el color de la piel no puede ser un factor de selección, obligando a las instituciones de educación superior a buscar otra manera para lograr la diversidad.
Muchos solicitantes universitarios han sido sistemática y deliberadamente excluidos de aspectos de la sociedad y discriminados por motivos de raza, y un proceso de admisión a la universidad equitativo debe reconocer estas desventajas, señalaron no pocos críticos.
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